10 de Septiembre de 1920
Para vivir es necesario coraje. Tanto la semilla intacta como la que rompe su cáscara tienen las mismas propiedades. Sin embargo, sólo la que rompe su cáscara es capaz de lanzarse a la aventura de la vida.
Esta aventura requiere una única osadía: descubrir que no se puede vivir a través de la experiencia de los otros, y estar dispuesto a entregarse. No se puede tener los ojos de uno, los oídos de otro, para saber de antemano lo que va a ocurrir; cada existencia es diferente de la otra.
No importa lo que me espera, yo deseo estar con el corazón abierto para recibir. Que yo no tenga miedo de poner mi brazo en el hombro de alguien, hasta que me lo corten. Que yo no tema hacer algo que nadie hizo antes. Déjenme ser tonto hoy, porque la tontería es todo lo que tengo para dar esta mañana; me pueden reprender por eso, pero no tiene importancia. Mañana, quién sabe, yo seré menos tonto.
Cuando dos personas se encuentran, deben ser como dos lirios acuáticos que se abren de lado a lado, cada una mostrando su corazón dorado, y reflejando el lago, las nubes y los cielos. No logro entender porqué un encuentro genera siempre lo contrario de esto: Corazones cerrados y temor a los sufrimientos.
Cada vez que estamos juntos, conversamos durante cuatro, seis horas seguidas. Si pretendemos pasar juntos todo este tiempo, es importante no tratar de esconder nada, y mantener los pétalos bien abiertos. Yo te amo Mary, Khalil
La relación entre tu y yo es lo más hermoso que me ha sucedido en la vida. Es la cosa más maravillosa que yo haya conocido en cualquier vida. Es eterna.
De: "El Diario de Mary Haskell" , Septiembre 11, 1922.
2 DE LORD T. PARA ISABEL DE ORLEANS
Cara Senhora D. Isabel Cristina Leopoldina Augusta Micaela Gabriela Rafaela Gonzaga de Bragança e Bourbon
O momento faz com que eu tenha que me ausentar do reino por uns dias e antes da partida sinto vossa ausência na minha carne. Sei que compreendes a urgencia que se apresenta e a relação com o delicado momento em que vive este vosso vassalo.
Não ouso levantar meus olhos antes de partir e nem derramar uma lágrima para não deixá-la na mais atroz agonia. Mesmo não podendo vê-la, tão logo meu navio atraque em algum porto escrever-te-ei outra missiva, com toda certeza ainda mais saudosa.
Procurarei aproveitar a viagem e voltarei ainda mais cheio de amor e dedicação a vossa pessoa, com quem partilharei cada sorriso, cada delicadeza e cada sonho.
Não tenhas cuidados, porque sou o mais leal e fiel dos súditos e não tenho olhos senão para vossos olhos e boca senão para teus beijos, oh doce Isabel. Saberei compensar minha ausência, tendo os mais extremosos cuidados e sendo cioso de vossos desejos, rainha de minha alma, musa da minha inspiração e devoção. Ouso pedir lhe apenas que não esqueça deste servo de teu afeto
Lord T.